Testigos del Resucitado

       El tiempo de Pascua inspira siempre los deseos de ser testimonio de resurrección de la Vida que Jesús entregó en la Cruz. No solo la vida física en el sentido de un cuerpo vuelto a vivir. Revaloriza los motivos por los cuales aquella vida fue entregada.
Si por algo vale la pena vivir, por eso mismo vale la pena morir… y si por algo vale la pena morir, por eso mismo vale la pena vivir…. Apenas hace unos días hemos recordado el martirio (aún no reconocido) del Padre Carlos Mugica, quien entregó su vida por la causa de los pobres y de la justicia. Y como la mayoría de los mártires, su muerte es corolario de una vida entregada al Señor, en radicalidad, en heroísmo, y en contradicción con los poderes del mundo, incluídos los religiosos. Su martirio, como el de la mayoría de los mártires, entre los fuegos de los que se consideran así mismos capaces de determinar quién vive y quién no. Pero aquí está, aún después de 35 años de muerto siendo testigo de la Resurrección del Señor, de la vigencia de la dignidad del pobre y del valor de la búsqueda de la justicia y la libertad. Pero aún cuando el martirio no sea la entrega de la sangre, sino de cada día de los días, es bueno resaltar la vida de quienes han entregado, también radicalmente, heroicamente los días y las causas que el Señor ha puesto en sus manos. Y bueno, gozoso, reconfortante es recordar a muchos de nuestros maestros en la vivencia de la Espiritualidad del Concilio. Por ello quiero recordarte, Hna.Mercedes Silva de las Hermanas de Nuestra Señora de América (de Pampa del Indio) junto a otros tantos que iluminaron e iluminan nuestro compromiso, alentándolo… Mercedes, junto a Angélica y Susana, hermana de todos, pero sobretodo de los hermanos Wichi y Tobas de “Pampa Chica”, realidad y símbolo de las injusticias que claman al cielo convirtiéndola en respuesta de Dios para ellos y para nosotros. Para ellos porque su amor de mujer y madre cristalizó en descubrir en los amados la inmensa riqueza de sus genes, y en abrir su seno para que en él crecieran las inmensas posibilidades de vida que el Señor les dio y que se mantuvieron guardadas durante siglos de despojo, persecución y muerte. Y aún no se ha revelado todo aquello que irá surgiendo con el crecimiento y afinzamiento de aquellas otras mujeres con las que surgió el proyecto de “Madres Cuidadoras de la Cultura”. Para nosotros, que en ella confirmamos la fe de la iglesia martirial de los siglos: La fuerza de los discípulos de Emaús en su nostalgia por la liberación frustrada (nosotros creímos que era él el que iba a liberar a Israel) nos invita a recordar que la liberación en cada tiempo es una realidad siempre por hacerse… Y que el triunfo de Jesús en la Cruz es el paradigma de las liberaciones de los tiempos… Que la Resurrección es una realidad de las personas, de las comunidades y hasta de amplios grupos humanos, pero solo cuando en la fe asumen la Muerte y Resurrección de Jesús como propia, y que será una realidad de todos en la Próxima Venida del Señor. ¡Qué pretención querer vivir la Resurrección de Jesús en nuestras vidas mientras los hermanos están clavados en la Cruz de los tiempos! ¡Qué necedad repetir las palabras de aquellos que injuriaban a Jesús increpándolo a la Salvación individual! Jesús estará allí en la Cruz de los Caminos de la historia hasta la Resurrección final, como muchos de los humanos. Su Resurrección será siempre y sólo realidad en aquellos que han vencido la vida y la muerte, como Carlos Mugica y otros tantos mártires de nuestra Argentina, como Mercedes y otros tantos que día a día dan su vida por los demás. Y es por ello que les pedimos, ya que experimentan la Resurrección del Señor, que den fuerza a nuestra fuerza a los que aún estamos entre ella y la Cruz.