El Sacerdocio que sueño en la Esperanza de una Nueva Realidad

El Sacerdocio que sueño en la Esperanza de una Nueva Realidad
(Expresiones para la víspera de las Bodas de Plata de mi Ordenación)
Al no poder hacer un tratado de teología y no tener títulos que lo avalen, me limito sólo a dejar que hable mi corazón dándole sangre a mi pensamiento y quitándosela cuando no guarde coherencia con él….
Frente a dos extremos late mi corazón con insistencia y pareciendo que se revienta de energía: mis ideales de juventud y la esperanza de un futuro cierto donde “ya no habrá llanto, ni dolor, porque lo de antes, pasó (Apocalipsis 21)
La fidelidad a mi mismo, a los ideales de juventud no solo personales sino también los de Comunión Eclesial con la ebullición del Concilio Ecuménico y los documentos de Medellín y Puebla…; y los mejores párrafos de una Conferencia Latinoamericana de Religiosos sin duda marcaron a fuego la matriz de mi Sacerdocio. Los ejemplos vivos del P. Mujica, Mons. Angelelli y finalmente Mons. Romero, no tanto por el martirio (que entiendo no como un deseo al igual que Cipriano de Cartago, aunque se esté finalmente dispuesto) sino por el testimonio de vida que ofrecieron en el altar de la vida en seguimiento de Jesucristo. Y los más cercanos testimonios aún actuales del P. Luchesi (que ya vive con el Padre) y Zenon Aguilera en Córdoba, de quienes me avergüenza no parecerme en casi nada más que en el deseo de ser parecido. Y muchos otros Sacerdotes se hicieron luz para mi camino en el deseo de imitarlos o compartir un mismo ideal, muchos de ellos son aún compañeros, y otros lo fueron aún cuando algunos de ellos dejaron el sacerdocio, o la vida misma y se encuentran en el Señor. Con ellos hicimos ideales comunes y practicamos realizaciones gratificantes… y también de las otras. No poco debo también agradecer al Centro Claretiano de Estudios Filosóficos y Teológicos dónde la preparación para el Sacerdocio de hizo pensamiento, comunión y vida, también enriqueciendo y hasta modificando los modos de seguimiento de Jesús en aquellos pasos de construcción del ideal de vida sacerdotal.
Nunca he podido dejar de tener presente y desear plasmar los impresionantes capítulos 19 en delante de la Gaudium et Spes y los de la Lumen Gentium en referencia a la Vida Religiosa en la que se plasma el Sacerdocio de los que profesamos vida comunitaria. Aunque en ámbas “Constituciones” no hay desperdicio para quienes queremos vivir la vida en un servicio Eclesial como los que soñaron Juan XIII y Pablo VI, el P. Arrupe y multitud de teólogos extraordinarios de las décadas de mediados del XX.
Y más allá de los documentos, como piedra preciosa de la vida teologal de muchos laicos, que desde el Arte hicieron momentos plenos en las reflexiones de vida: como Luis Landriscina y Ariel Ramirez: como por ejemplo el primero con una poesía genial: “Entristeciendo el Paisaje” y el segundo con su “Misa por la Paz y la Justicia”. Pero hay muchos otros…. que siempre llevé en mi corazón.
Muchas cosas han evolucionado desde aquellos ideales, ¡cuántas cosas debemos agradecer y lo hago!
Sin embargo no puedo decir que aquellas lumbreras de mi vida, ideales y personas, brillen hoy en la vida eclesial. Para muchos lectores jóvenes aquellas que llamo luces de mi vida, serán casi desconocidas. Inútil negar que la vitalidad eclesial ha decaído, particularmente en aquellos laicos que han acompañado aquellos ideales de juventud. ¡Cuántos amigos y compañeros de camino!, con los que comparto aún los ideales de vida y lo profundo de la fe no han podido hacer síntesis con la Vida Eclesial y la Liturgia, en la que el ideal de Sacerdocio desarrollado en mis años juveniles hubiera encontrado su más alta expresión:
“Ofrecer al Dios de la Vida la vida de sus hijos hecha compromiso por el Reino de Paz y de Justicia y hacer la Comunión con un Dios que sigue haciendose Carne en la carne de sus Hijos en la acción y espera del Tiempo definitivo, en Argentina, en Latinoamérica, en el Mundo, en el presente y en el futuro”
Poníamos como frase síntesis de aquel momento:
“Nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús” 2 Co 4,5.
De ninguna manera estoy negando que ello se realice aún hoy, sin embargo tampoco puedo negar que la Fe y la Liturgia han vuelto, en líneas generales a desencarnarse y volverse al desarrollo de una fe personalista más que social (¿y eclesial?).
A mis 25 años de la Ordenación Sacerdotal me encuentro también, por ello, ante un nuevo horizonte de realizaciones…
Ninguna realidad suprime los ideales de juventud porque es en la misma fidelidad a ellos y a la Iglesia que les dio origen y que es la actual, en la que encontraré su realización plena; y no podré en ninguno de los dos planos negar la certeza en los que nacieron. Será tarea siempre permanente el cotejarlos a las realidades que cambian y se transforman. ¡Los ideales no cambian, la realidad si! ¡Un tiempo para construirlos, toda la vida para vivirlos!
En coincidencia con las etapas de la vida, pensamiento y realidad habrán de volverse más testimoniales en actitudes y gestos que en acciones.
En la etapa final de la vida de realizaciones, habré de seguir pensando en el servicio a todos mis hermanos, pero siempre con preferencia a los menos favorecidos ya sea en personas concretas o la construcción social que los mantenga como los preferidos de Jesús. Y en esto quiero hacer referencia y gratitud a la etapa que me toca vivir. El Señor ha puesto en mis manos sacerdotales grandes bienes espirituales y ¡materiales! Como en la Eucaristía deseo elevarlos para alabanza de Dios Padre y también compartirlos en Comunión, porque también Él se hizo Pan para todos.
En la etapa de entrega que significa la vida entera, pero que deberé comenzar a transitar más expresamente cuando el Señor vaya indicándome con los signos que ya amanecen, habré de ser un ícono vivo en el que pueda reflejarse alguno que encuentre en él alguna luz o permanecer en el recuerdo hasta el momento en que otros, desempolvándolo de de tiempo, encuentre en mí un motivo para renovar los viejos ideales que dieron origen a éste Sacerdote.
Aunque para muchos sea difícil creer, y a veces aún para mí mismo, no pocas veces deseo el tiempo de la entrega y del tiempo libre (¿será?), en el que pueda hacer lo que muchas veces me ha costado y he descuidado: Contemplación y Oración para la unión con el Señor de la Vida, de la Justicia y de la Paz, y pidiéndole para que el mundo la alcance; y también para ir abrazándolas en la preparación de la realidad definitiva, allí donde no habrá ni llanto, ni muerte, ni dolor, porque lo de antes pasó!
¡Gracias Señor!
¡Gracias a todos los que me acompañan con la oración, gestos, cariños, ideales y realidad!
Estancia Yucat, Córdoba, 30 de julio de 2008.-