¿Por qué religiosos en una «Estancia»?

Legitimidad de la participación de una Orden religiosa en el campo propio de la Economía-

Las cosas del “mundo”

Tal vez la primera confusión esté en la concepción de lo “meramente comercial”. En la historia de la Iglesia, los religiosos siempre han poseído actividades que han sido el sostén de sí mismos y de sus obras de caridad, ¿o es que puede ser de otra manera?

Ciertas concepciones de la vida y del comercio han provocado el divorcio entre el comercio y los más altos valores de la vida humana. Como si debiera aceptarse que ser buen productor o comerciante implica necesariamente salirse de una ética responsable y solidaria. Acompañando a aquella concepción de divorcio, también religiosos han tenido mucho cuidado en estar abiertos a actividades “mundanas”, reservadas éstas a los “Judas” (¿a los laicos?). Se piensa que son necesarias, pero que  no son buenas para los caminos de santidad y para la Vida Religiosa: los “religiosos” tienen como fin ocuparse de las cosas del cielo y no a las de la tierra. No distante está otra separación-unión no menos escandalosa: la milicia como “el brazo armado de la Iglesia”. Ejemplo claro mostró esta misma concepción -en una época bastante cercana- en la que el Ministro de Economía de nuestro país pretendió despojar a todas las entidades sin fines de lucro de la capacidad de generar bienes.

La concepción liberal y capitalista de la vida ha hecho estragos en las relaciones humanas y particularmente en las económicas, y no pocas “personas de bien” consideran  que son dos aspectos irreconciliables de la vida. Por dicha concepción la actividad de producción, industrialización y comercialización, tendrián sus propias reglas totalmente separadas de la más genuina ética, y suponiendo que mientras más capital se acumula, de mejor empresa se trata. (¿No sería una buena excusa para tener que vivir “necesariamente” fuera de la ética?

Frente a la concepción liberal y capitalista de la vida, proponemos un humanismo cristiano también simpre presente en la vida de la Iglesia. Jesucristo se encarnó no para sacarnos del mundo sino para preservarnos del mal (Jn. 17: Oración sacerdotal de Jesús).

Superar el divorcio capitalista, mezquino, asesino de personas y sociedades será realizar una síntesis profunda y siempre renovada entre las actividades vitales y los más altos valores de las personas y de las sociedades: la plenificación de sí mismas. Lograr que frente a relaciones comerciales basadas en la competencia, encuentren su fundamento en la solidaridad y en la hipoteca social y universal de los bienes. Centrar la vida en torno a las personas y nunca en el absoluto y absolutista capital.

Aceptar que la fuerza del capitalismo ha traído el progreso humano, significa también que lo ha traído el egoísmo, la guerrra. Como también que la guerra trae la paz y el odio el progreso… Bien nos valdría a los crisitianos recordar que en el origen cristiano los mártires fueron los que vencieron el Imperio Romano…. Y que fuimos vencidos cuando aceptamos ciertos criterios del Sacro Imperio… como repitiendo la historia del Libro de los Reyes

Humanismo cristiano y producción

Siempre ha sido claro al hablar de humanismo cristiano en el arte y las letras, y las realizaciones son extraordinarias -aunque también hay que considerar no simpre imperó la justicia en el costo de las mismas-. Ahí están. También es fácil apreciar el nivel de espiritualidad en los escritos de Santa Teresa de Avila, aunque poco se conoce del despliegue organizador impreso en su obra y como consecuencia necesaria de aquel.

Es probable que en el campo de las actividades de producción y comercialización, el bajo perfil de las relaciones comerciales desarrolladas en muchos momentos de economía de solidaridad no hayan sido sufientemente resaltados, y las épocas de mayor éxito hayan desatado mayor persecución: supresión de los jesuitas por ejemplo. Pero es difícil tener una recta conciencia cristiana sin llegar a la conclusión de que la economía no puede ser sino solidaria; la búsqueda del bien de todos, sin exclusiones, que el motor del progreso económico no puede ser el fracaso del otro, sino el bien de todos.

Por eso afirmamos que la conducción de lo económico no puede ser incompatible con el Evangelio. Por el contrario, los que prentendemos dar testimonio de él, forzosamente cuando realizamos las actividades “del mundo”, las realizamos con visión de universalidad y eternidad (“catolicidad”). Y si en esto se tuviera como conclusión el “fracaso”, también se habló de la Cruz de ese modo. Y si llegara el caso, como cuando el fundador de la Merced interpretó la incompatibilidad histórica entre los dos aspectos, claramente eligió el segundo.

Gracias a Dios, no es éste el caso de nuestra Argentina de hoy. Tampoco de Estancia Yucat. Gozamos de un tiempo excepcional para vivir y desarrollar criterios evangélicos en la organización interna, en la producción y en dar a sus frutos el mejor destino solidario y acorde a los fines de la Orden. No es tarea fácil, porque también nosotros somos el resultado de aquel mundo divorciado entre ética y comercio.

En la organización interna, proponemos relaciones humanas basadas en crecimiento de todas las personas que la integra. En lo más elemental, todas las leyes laborales de seguridad social será la base a superar. Autoridad basada en el servicio, la formación y la promoción de la persona a cargo. Acompañamiento en las tareas de mayor esfuerzo y reconocimiento de las mismas. Respeto por la conciencia y la vida personal de cada uno. Resguardar la unidad familiar en la organización de las tareas y descansos. Promover la formación y capacitación de todos los integrantes, incluso de familiares a cargo. Organizar los sistemas de promoción humana y laboral con basamento en el esfuerzo y compromiso.

La producción ha de buscar los niveles más altos de realización cientiífico y técnico, en el respeto de la naturaleza y de las personas. La “competencia” ha de ser conocer la propia tarea (cómpito), y en comparación de sí misma y superadora de sí misma. El nexo con las universidades, terciarios y todo el nivel educativo, óptimo. Tampoco ha de olvidarse que dentro de lo científico y técnico se encuentra lo filosófico y lo político en cuanto al mundo económico de que se trata. Forma parte también de éste aspecto la denuncia de criterios antievangélicos y contrarios a la moral social desarrollados por la Enseñanza Social de la Iglesia, que se esgrimen por momentos en el mundo de la producción agraria. Preclaro ejemplo es el vaciamiento del campo de personas con la consiguiente concentración en los márgenes de las ciudades y la concentración escandalosa del capital y de la propiedad agraria.

En este sentido, Estancia Yucat opta y propone actividades de alta ocupación de mano de obra, favorece la incorporación de la misma en los campos arrendados. Acompaña el crecimiento humano y económico de los arrendatarios. Incentiva el acomodamiento de los mismos a la legislación vigente en materia previsional, impositiva, etc. Propone lineas de participación. Propugna una ocupación total de la infraestructura de viviendas, etc. Propugna además el cuidado de la naturaleza y lo comparte mediante actividades de extensión.

En cuanto al destino los bienes obtenidos de esta explotación pasan a la economía general de la Orden (en Argentina). De ésta son destinados a las necesidades de funcionamiento, de mantenimiento y puesta en valor de edificios (iglesias, conventos, colegios, etc.), nuevos emprendimientos, y para proyectos de promoción humana: comedores, hogares, aborígenes, misiones… Entre los primeros podemos nombrar un emprendimiento edilicio en Maipú, Mendoza, un colegio nuevo en Santigo del Estero, y entre los segundos los de Tucumán, León XIII, y Chaco.

En artículo aparte, próximamente, será publicado los distintos modos de administrar campos, la diferencia entre ellos y su concecuencia en la “sustentabilidad social” y las opciones concretas de la Orden en éste sentido.